27 jun 2007

Cuerpo (y otros dos), María Auxiliadora Álvarez

(Fragmento)

4

usted nunca ha parido

no conoce
el filo de los machetes
no ha sentido
las culebras de río
nunca ha bailado
en un charco de sangre querida
doctor
no meta la mano tan adentro
que ahí tengo los machetes
que tengo una niña dormida

y usted no ha pasado
una noche en la culebra
usted no conoce el río

De Cuerpo (Caracas: Fundarte, 1985)

* * * *


nos quedamos

para que no te mueras
para que no sepan que nos fuimos:
esas cabezas rodando por el suelo
esas quijadas babosas como bocas de animales sonreídos

de tu casa
donde la carne
no se tira contra la puerta PARA IRSE
como bulbo irregular
como salido de tierra

para que no te mueras
de muerte o de miedo que te dan las cabezas con sonido

más vale enterrarla
para no verla viéndonos de esa manera

tan ojerosa

tan bruta

* *

La oscuridad no está tranquila

Las niñas mueren

en cualquier momento
de la noche

o al menos uno de sus ojos
no es recibido

Yo
de hueco profundo
en la frente

Sin nombrar

Quién perdona la dureza de los huesos

Quién es impune
en lo oscuro
en lo solo

Aparecidos en POESÍA # 74 (Carabobo: Universidad de Carabobo, 1989).

22 jun 2007

A un año de la emboscada en contra del magisterio oaxaqueño y algo sobre lo que tal decisión desencadenó

El 14 de junio del año pasado, la policía oaxaqueña desalojó a los miles de profesores que, en huelga de tres semanas, mantenían un plantón en decenas de calles del centro de la ciudad de Oaxaca. La emboscada gubernamental ocurrió durante la madrugada. Horas más tarde, los autores intelectuales, en su torpeza y estupidez, no cabían en su pasmo: los profesores, luego de batallas frontales (más de cien heridos de ambos bandos), recuperaron el control del zócalo y alrededores. No previeron que la gente saldría de modo masivo en su apoyo (en el más amplio sentido del término, es decir, la población civil). Obvio es decir, que los gases venenosos lanzados por tierra y aire intoxicó a todos, no sólo a los disidentes, sino a miles de personas que vivían o trabajaban en la zona. La indignación, el asombro, la impotencia recorrió a todos. Tal vez de ahí emergió la solidaridad -y beligerancia- que fortificó a los maestros y su lucha por la recuperación de las calles y plazas vejadas.

Semanas después de aquel miércoles negro, los acontecimientos se sucedieron incesantes e impredecibles. Comenzó la insurrección urbana más crítica y larga en la historia reciente de México. Lo demás ya es silencio o historia presente e inacabada. Ahora un deterioro social, político, económico encaja sus vértices en la Oaxaca inflamada y doliente.

En las fechas referidas escribí en un cuaderno la prosa siguiente:


Nos movemos entre lo inexplicable y lo inexplicado; somos el bosque,
el azul y el silencio. Repto de la poesía a la prosa, del más allá al aquí; mientras recorro
mi espacio, entre la incandescencia oaxaqueña y el abismo mexicano,
los días continúan su discurrir demencial.

Las palabras delinean las tejas, la ausencia -como siempre- nos atraviesa y define.
Mi mano, lenta pero persistente, cual lluvia de junio, lava rostros de los otros que soy,
de los muchos que he sido, inunda a los que seré.

Estas líneas supuran, no hablan de nada y o son nada, apenas de sí mismas,
de la mano que las inscribe en la pantalla, de la madrugadas ominosas de estos días.

Piensa mi respiración entrecortada en aquellas cejas negrísimas, indómitas,
que me miran sin mirarme. Pese a todo, mis noches no alcanzan a ser escritas
con diafabnidad y sobretodo, honestidad precisa.

Lucha perpetua conmigo: no, no, es preciso no tener miedo de crear (Lispector dixit).

Agur, mis párpados forzados a permanecer lúcidos se rebelan y caen, caen al fondo de mi sueño.

Silencio y árboles mutilados...

17 jun 2007

De insomnio y otras manzanas,
habló hoy
ayer siempre

emily dickinson, luz ingente
prefiere,
la espera antigua
espesa
de la noche se ahonda,
cargada de labios
implosivos

se detiene, se suspende
la palabra y su asombrado desgajamiento

9 jun 2007

Poesía y realidad, Roberto Juarroz

(Fragmentos)

[...]
La poesía es una visionaria y arriesgada tentativa de acceder a un espacio que ha desvelado y angustiado siempre al hombre: el espacio de lo imposible, que a veces parece también el espacio de lo indecible.

[...]
El poeta es un cultivador de grietas. Fracturar la realidad aparente o esperar que se agriete, para captar lo que está más allá del simulacro.

[...]
No hay poesía sin silencio y sin soledad. Pero la poesía es también probablemente la forma más pura de ir más allá del silencio y más allá de la soledad. Se parece en esto a la oración para el que todavía puede orar. Para el poeta, la poesía ocupa el lugar de la oración, la reemplaza y al mismo tiempo la confirma.

[...]
La poesía es el intento de decir lo indecible, el uso más extremo y arriesgado del lenguaje, pero al perseguir algo casi inalcanzable, obsesionada por la inefabilidad, termina a veces rompiendo las palabras, partiéndolas como astillas de un tronco inabarcable. Escribí hace pocas semanas:

Romper también las palabras,
como si fueran coartadas delante del abismo
o cristales burlados
por una conspiración de la luz y la sombra.

Y hablar entonces con los fragmentos,
hablar con pedazos de palabras,
ya que de poco o nada ha servido
hablar con las palabras enteras.

Reconquistar el olvidado balbuceo
que hacía juego en el origen con las cosas
y dejar que los pedazos se peguen después solos,
como se sueldan los huesos,
como se sueldan las ruinas.

A veces lo roto precede a lo entero,
los trozos de algo son anteriores a algo.
El aprendizaje de la unidad
es aún más humilde e incierto
que lo que sospechamos.
La verdad es tan poco segura (para el hombre)
como su negación.

Por todo esto y por cuanto no se puede expresar, pienso que tenía razón Cesare Pavese al advertir que el poeta, por grande que resulte, será siempre un aprendiz. Ante el infinito de la realidad, el conocimiento, el desconocimiento y el lenguaje, siempre se estará en los comienzos. Olvidarlo equivale a envenenar las fuentes. (...) Ningún poema puede completarse. No es demasiado raro: nada puede completarse. Es éste uno de los sentidos de la idea de de Umberto Eco: el poema se completa, por lo menos relativamente, en quien lo recibe y recrea. Pero el poeta, entre muchas otras cosas, debe asumir dolorosamente la imperfección, aunque jamás se conforme.

[...]
Entiendo que la poesía es siempre una persecución de lo imposible, una búsqueda del revés de las cosas, un amoroso exorcismo de la nada.


[...]
La poesía, antitéticamente, es el arte de lo imposible, centrada en el cultivo y el ejercicio de la palabra transfigurada, gracias a la organización creadora del lenguaje, que permite así penetrar y revelar algunas de las últimas instancias de la vida y la realidad, invocándose para ello los fundamentos del hombre, del ser, de la
expresión.

[...]
(Pienso) que la poesía es una presencia ante la muerte. En mi primer libro hay un poema que me interesa especialmente:

Mientras haces cualquier cosa,
alguien está muriendo.

Mientras te lustras los zapatos,
mientras odias,
mientras le escribes una carta prolija
a tu amor único o no único.

Y aunque pudieras llegar a no hacer nada,
alguien estaría muriendo,
tratando en vano de juntar todos los rincones,
tratando en vano de no mirar fijo a la pared.

Y aunque te estuvieras muriendo,
alguien más estaría muriendo,
a pesar de tu legítimo deseo
de morir un minuto con exclusividad.

Por eso, si te preguntan por el mundo,,
responde simplemente: alguien está muriendo

[...]
Por eso el hombre apenas soporta el lenguaje doblemente despierto de la poesía, que siempre pone en crisis y desconcierta con su coraje insólito, aunque empiece muchas veces en lo más cercano, como todo empieza en lo más cercano, desde el amor hasta el infinito.

De Poesía y realidad (Madrid: Pre-Textos, 1992).

7 jun 2007

De laberintos y heridas mortales de vida



La vida es el laberinto cuya única salida (posible) es la muerte

*

El laberinto es un discurrir del que -sólo a veces- no logramos desprendernos

*

La vida es el laberinto y es la muerte; aleteo de anémonas y sauces caídos

*

Como todo laberinto, la vida nos extravía y religa

*

La muerte, instante fulmíneo, nos agosta los pasos (enmedio, afuera, arriba del laberinto, no importa)

*

La vida, la muerte, el laberinto, las flores: de ahí somos y hacia ahí vamos

*

Si abro las alas terminaré golpeándome con mi propio aleteo; si no las despliego querrán arrancármelas .

*

Dejemos de imaginar laberintos -de cualquier modo en la caída estamos- y aguardemos el misterio

5 jun 2007



Flagrancia, Azael Rodríguez Miranda


He venido, Fuensanta, a ofrecerte un silencio con mala caligrafía,
a establecer montañas donde el viento sabe ya caminar
[con los ojos cerrados.
Sin aguardar al invierno (que instituye ciertos rigores para pacificar
[a las orquídeas),
he venido.

Yo deseaba escribir un poema que sólo pudiera leerse
[hacha en mano,
pero ahora que te veo entre flamboyanes y te sé a pesar de todo
[esencialmente marítima,
solitaria en la ceremonia donde un minuto envejece con cuidado
[en la intemperie,
hecha de luz, de aerolito, de pan
(y te observo como un fantasma vendado de niebla, enharianado
[por la luna),
ahora, te digo, desearía ignorar mis deficiencias en materia
[de puestas de sol y barcos,
poblándote de alondras (por ejemplo); pero sería preciso armarse
[de estratagemas a los cuales no me siento destinado.

(Tu ausencia es un hosco domicilio.
Y mientras no estabas he extraviado unos cuantos osos polares.)
Te hablaría de los apresuramientos que practicó el verano
[con tus huesos,
o te diría con un gesto cuidadosos y distraído "los duraznos
[se parecen a ti".
Quizá debería comenzar por las caminatas que pudimos ejercer
[en cualquier laberinto desocupado,
si yo hubiera sido "de otro modo".

(Si pudiera recordar con desparpajo los tiempos en que
mi voz era para ti una lámpara
suspendida
en la transparencia,
pero el azar es el idioma con el que Dios se dirige a los hombres
[y tú llevas mis descuidos en el pecho
como las medallas de un general retirado.)

Mejor un sitio con estatuas en donde tu alborozo pueda estirar
[las piernas,
y en el que yo me deje ver de vez en cuando con mis
[descomposturas mañosamente disfrazadas
-cuando los grillos hayan comenzado a poblar la noche de informes
[secretos, probablemente falsos.


De Informe para Fuensanta (Hermosillo: ISC, 2001)




(Tres imágenes de Oaxaca: un poema estupendo, un esténcil y un cielo anochecido)