28 may 2008

Toda culpa recae en Kim Ki-Duk. Aquella noche, ya madrugada, me había quedado solo en ese sitio lleno de humo, sudor y deseos inasibles. La palabra ya había fluido entre nosotros. Incluso el baile y la sonrisa. Pero cuando se mencionó al susodicho y sus varias películas, en especial 3-Iron o La isla o Samaria, en torbellino flagrante, me enamoré. Nos salimos corriendo y entre charla entrecortada, salpicada de las lenguas de Plath y Bracho, comenzamos a delinear al otro. Minutos después nos besábamos detrás de una iglesia hasta que un alacrán picó su pierna izquierda. La madrugada se adensó. Las manos se hundían entre sí, efusivas, fluyentes. Los pajarillos ya cantaban y aún no nos decidíamos a entrar. Hasta que sí. Agua derramada. Nos quedamos dormidos uno junto a la otra, una junto al otro. Su olor, su fluir, su mirada lentamente se incrustaron.

Sin duda, toda responsabilidad es de Kim Ki-Duk. Ahh, y por supuesto, de la verdinegra noche oaxaqueña.

* * *

Corrieron los fluidos y los amaneceres. Hubo una noche en que todo concluyó. La luz debía tomar el curso del ajedrez mutuo. Frontera, la línea entre la orilla y la profundidad ahondada, brillaba fulgurante como su mirada de miel y arroz.

En espera, luego de su descubrimiento centroamericano, de la caminata dentro de los pliegues de la ciudad enferma, aguardando la huida, la luz culminante. La lluvia que se agosta...


22 may 2008

A cuarenta años del mayo francés, salut!


Mayo de 1968: Exigir lo imposible, ahora, siempre

Mayo de 1968: vientos del cambio


Aquí una recopilación de textos, 68 + 40 (mayo de 1968), encontrado en un sitio guatemalteco, sobre los diversos 68 acontecidos alrededor del mundo y sus implicaciones en el desarrollo posterior de la historia, la cultura, la política y la sociedad.

17 may 2008

Piedras, Rosella Di Paolo

I

arrojabas las piedras contra mi cuerpo
y yo me mantuve en mi sitio,
feroz,
ninguna dio lejos del blanco.
cómo dejarlas caer sin haberme tocado.
eran tus piedras.
era sólo mi cuerpo.


II

pudiste lanzarme abismos, selvas oscuras, barcos en llamas,
pero sólo tenías piedras
y yo necesitaba algo de ti, cualquier cosa
que se desprendiera por fin de ti
y me buscara.


III

una piedra lleva tus huellas digitales,
mirando más al fondo: la palma de tu mano, su humedad.
si fuerzo aún las cosas, la precisa
atención de tus ojos, el pulso
que avienta tu vida
hacia la mía.


IV

es mejor que me incline a recogerlas.
no llegaré con las manos vacías
a la casa del amor.


V

hay gozo en la casa del amor
así cuentan
y música.
golpearé una piedra contra otra
una contra otra
disciplinadamente.

De Tablillas de San Lázaro (Lima: PUCP, 2001).

En Poesía hendida, más poemas de la autora.

13 may 2008

De fiestas y funerales: Goran Bregovic y músicos oaxaqueños en comunión
A M. M.

Con una nieve de guanábana con tuna y su respectivo chorrito de mezcal comenzó el atardecer. En la Plaza de la danza se reunían ya numerosas personas. Los diversos oaxacas se encontraron ahí, presenciarían uno de los acontecimientos culturales del año. Aunque las gradas llenas, en la plancha, frente al escenario, había un puñado de seguidores de Goran Bregovic. Él y su ensamble, junto con una orquesta de músicos oaxaqueños, iban a buscar lo imposible siempre posible: la comunicación mediante la música y sus efluvios. El mezcal y una mirada inesperada, cual ramas eléctricas, recorrían mi torrente sanguíneo.


La Orquesta Instrumenta, armada ex profeso, inició el concierto con un popurrí de temas oaxaqueños. Al terminar con la infaltable “Dios nunca muere”, el músico serbio y sus compañeros aparecieron para trastocar la noche. La ovación estalló y el movimiento corporal de los asistentes apenas se preparaba.


Bregovic preparó un recorrido consistente por su discografía. Autor de múltiples bandas sonoras para películas de Kusturica y otros tantos, visitó temas de Tiempo de gitanos (1988), La reina Margot (Chereau, 1993), Underground (1995), pero fue la presentación casi completa de su disco Historias y canciones de bodas y funerales (2002) el eje sobre el cual giró el concierto. Sin duda, “Ederlezi”, en voz femenina, significó uno de los puntos cimeros. Hacia el final, los puñados convertidos en multitud saltaban con los últimos acordes de “Kalashnikov”, una de sus piezas más conocidas. La música había hecho su efecto: dos conjuntos musicales de latitudes y tradiciones culturales distintas, más dos voces femeninas entrañables y un coro se acoplaron impecablemente. Se gozó como cuando la vida misma se te va de un soplo o te la bebes a sorbos inauditos de radicales OH.


Esta presentación musical de producción intachable ocurrió, un viernes de abril, en la ciudad de Oaxaca. Ojalá, al más alto solicitamos, se vuelva habitual algo semejante. Está claro que la oferta cultural se puede diversificar y ampliar ad infinitum, en esta Oaxaca viva, abierta, palpitante.