22 oct 2007

Sustrae las formas de su cerco, Coral Bracho


Yeguas de luz volcando su lisura, su compacta
cadencia, lava
rotunda y áurea, desbordado
cristal. La fuerza del ámbar comba
en su cardumen la red del tiempo, sustrae las formas
de su cerco,
de su quieto brocal
y las inunda. Un desgaje de fuego
es el rapto del ámbar,
y su océano,
su montaña solar se adentra, se encabrita,
lame el relieve de las cosas,
su oscuro cuenco.
Un delirio sin sesgo es su deleite;
un arrastre sin lindes
su trazo abierto.

Es también vendaval, ira encendida; espectro.
Abre las rejas
de par en par.


De Cuarto de hotel (México: ERA, 2007)


[Luego de su extraordinario Ese espacio, ese jardín (2003) –la suma de su expresión poética hasta el momento–, Coral Bracho vuelve a su cada vez más acotada exuberancia, renovando su poética primera contenida en sus primeros libros: Peces de piel fugaz (1977) y El ser que va a morir (1981). En este nuevo poemario, sus búsquedas expresivas alcanzan la concisión y exactitud de una piedra tallada, en sus ritmos inagotables, por el agua y el viento. Sin más, descubran uno de los quehaceres poéticos arriesgados y radicales del panorama hispanoamericano actual, con más de tres décadas de oficio ininterrumpido. Valga este poema para celebrar la aparición de una rama más de ese árbol floreciente que es la poesía de esta autora.]

11 oct 2007

Un día en la meseta enferma

Este día comenzó la tarde anterior; con "Saxo", un poema de Xóchitl Sequeira en voz de la autora, que dice: "Al igual que el jazz, el amor no se creó, se hizo". Proferido frente al mural de Rivera "Un domingo en la Alameda", fue el último en una lectura compartida de poesía latinoamericana. De ahí, partimos hacia el hotel de Alejandra X, joven poeta nicaragüense, donde recogería un suéter que la cubriera de la noche que ya soplaba por Eje Central.

Decidimos cenar en La Pagoda, una cafetería otrora china, donde sirven unas enchiladas elocuentes. De la calle Cinco de mayo, luego de llegar Pablo Viernes, terminamos bebiendo el resto de la noche en El Covadonga, un bar de la colonia Roma. Ahí nos esperaban Rocío G, Natalia T y Ernesto L. Después de hablar de la poesía de Coral Bracho, y la afirmación nietzcheana frente a la marginalidad vital de Benjamin con Rocío y Pablo; charlar con Ernesto de su desventura oaxaqueña y las decisiones erráticas de la burocracia cultural; y escuchar de pronto los frívolos asertos de Natalia, nos fuimos a dormir A, P y JP al departamento del segundo. Como no floreció l'amour a trois sólo fumaríamos tabaco y mota antes de decir buenas noches.

A la mañana, un desayuno no tan frugal que incluyó huevos a la mexicana nos levantó de la tibieza de las sábanas. En camino a la UNAM, donde Pablito estudia su maestría, vimos Alejandra X y yo la ciudad de horizontes indefinibles a los pies de un automóvil, cuando encima del segundo piso y sus usuarios clasemedieros transitamos. Ya en Ciudad Universitaria, caminamos con desenfado por los pasillos de la Facultad de filosofía y lepras (donde me topé con Josu L, mi abandonado asesor de tisis), recorrimos la Biblioteca Central y nos acostamos un rato en el pasto de alguno de los muchos jardines de esa universidad. Hacia el mediodía fuimos al sitio donde nos reuniríamos de nuevo con Pabs, la sala Julio Bracho del CCU, donde Masaya llegaría también. Se exhibía Stellet Licht (Luz silenciosa, 2007), la más reciente película de Carlos Reygadas. De ella hablaré en otro espacio y momento, aunque sólo diré que es su obra más redonda y contundente hasta el momento. Un filme de ritmo demorado, secuencias extraordinariamente bien compuestas y una luz que palpita más que el silencio. Al término de la proyección, Reygadas, acompañado del actor no-actor principal, contestaría durante una hora las preguntas del público más alelado. Luego saldríamos del cine para volver a la luz gris de la meseta.

Más tarde, después de comer a las orillas pestilentes del Metro Universidad, Xóchitl y yo tuvimos que seguir el ritmo somnoliento del metro a las seis y media de la tarde, cuando la gente en torrentes regresa de sus escuelas o trabajos demenciales. Ella debía leer apenas media hora después en una casona del casco antiguo. Lamentablemente ya no llegamos. Y no por el metro y sus habituales paradas a medio túnel, sino por las calles atiborradas, al sur del Zócalo de la ciudad de México. Los comerciantes que todo lo venden e invaden (y sus clientes que somos todos) retrasaron nuestra marcha hacia el museo donde ocurría ya, en ese momento, la lectura poética.

Me despedí de Alejandra X en aquella casa muy húmeda en la intersección de República de El Salvador y Talavera. Caminé, entonces, a Pino Suárez, el metro más cercano, pero antes tuve que recorrer -sin suponerlo- buena parte de Izazaga, una avenida donde a cada metro cuadrado te topas con una puta admirable. Sea grande, delgada, vieja, núbil o anémica, se trata de una sucesión casi infinita de rostros donde -según observé fugazmente- el hastío rezuma. Mujeres que actúan una seducción mecánica y desencajada; trabajo extenuante de múltiples riesgos, pago ínfimo y derechos inexistentes. Rostros en donde se halla cifrado el abismo de México hacia donde vamos y venimos. Sólo a pocos metros de la entrada de la estación, el atronador beat de un reguetón me rebotó de esta realidad y me encaminó hacia estas cavilaciones...

[Continuará este discurrir sin sentido]

8 oct 2007

Laurie Anderson de nuevo en México

La artista multidisciplinaria Laurie Anderson vuelve a la ciudad de México para presentar Homeland, su más reciente puesta en escena, en donde realiza una reflexión sobre el estado de cosas imperante: guerras fin y una invasión sin medida de la tecnología en la vida cotidiana. A partir de su violín inseparable y una orquestación completa, Anderson nos llevará, con su música, historias y críticas sagaces, de un lado a otro de la imaginación y conciencia, espacios que tan bien sabe transitar.

La vez anterior que estuvo en la ciudad, en 2002, recuerdo como de pronto una luz roja intermitente salía de su boca, mientras narraba el fin del mundo según el gobierno gringo. O como su violín envolvía la atmósfera de un teatro en pleno casco antiguo de la ciudad enferma. Por fortuna, tenemos otra oportunidad para disfrutarla este octubre. Sin más que compartirlo me despido y les dejo -más abajo- con el video de una de sus piezas más celebres, "O Superman", cuya letra afirma implacablemente:

(...)
cause when love is gone, theres always justice.
and when justice is gone, theres always force.
And when force is gone, there is
always mom. hi mom!
So hold me, mom, in your long arms.
So hold me, mom, in your long arms.
In your automatic arms, your electronic arms.
In your arms, so hold me, mom, in your long arms.
your petrochemical arms, your military arms,
in your electronic arms.


Escrita a principios de los 80 del siglo pasado, no dejan de ser reveladores y sugerentes sus
asertos. Sin más, a ella.


10 y 11 de octubre de 2007, Teatro de la ciudad, 20 hr.
México, DF.

Laurie Anderson - O Superman

O Superman, Laurie Anderson

2 oct 2007

2 de octubre (omnipresentes en la historia), in memoriam

Treintainueve años se cumplen hoy de la masacre de decenas (¿centenas?) de personas perpetrada por el Estado mexicano en contra de civiles que se manifestaban pacíficamente en Tlatelolco, una plaza del centro de la ciudad de México. Hoy lo recordamos con algunos fragmentos del poema de Mahmud Darwish abajo transcrito. Recordamos que no hay responsables juzgados hasta hoy. De la Historia, ni hablemos, ella (y nosotros) ya tiene su juicio. Ya sabemos quiénes son los tiranos, los homicidas, los ruines, aunque se oculten y se protejan con sus máscaras de televisión o antigases, son los mismos siempre. Su rostro turbio palpita tras sus escondrijos de neón. A casi cuarenta años de 1968, Oaxaca (hoy, sí, hoy) es vigilada por polimilicos desde aire y tierra por razones inconfensables.

2 de octubre hay muchos, como Tiannanmen y Aguas Blancas. Se repiten sin fin como ilimitada la inicuidad humana. En recuerdo y solidaridad de los sitios y masacres en curso: Gaza, Cisjordania, Basora, Kandahar, Birmania... No olvidemos Acteal, no olvidemos a los 27 muertos sin justicia de Oaxaca. También este octubre, un 27, hace un año, la milicia disfrazada de policía desembarcó –infectos chorros grises– en la ciudad de las barricadas, en la antigua Huaxyácac, en la hoy Oaxaca en suspenso.

No olvidemos, y menos, cuando helicópteros de guerra vigilan e intimidan a los habitantes de dicha ciudad al caer la tarde de un sábado (como durante la semana pasada). Abajo la gente camina, algunos escuchan poesía en la calle, otros voltean con azoro, otros más gritan su indignación pese al atronador rotar de aspas a veinte metros del suelo.

¡Abrazo solar!
Estado de sitio, Mahmud Darwish

(Fragmentos)

Aquí, en la falda de las colinas, ante el ocaso
y las fauces del tiempo,
junto a huertos de sombras arrancadas,
hacemos lo que hacen los prisioneros,
lo que hacen los desempleados:
alimentamos la esperanza.

Un país preparado para el alba.
Nuestra obsesión por la victoria
nos ha entontecido:
no hay noche en nuestra noche que con la artillería refulge;
el enemigo vela,
el enemigo nos alumbra
en el sótano oscuro.

Aquí, tras los versos de Job, a nadie esperamos.

Aquí no hay yo,
Aquí Adán recuerda su arcilla....

Este sitio durará hasta que enseñemos al enemigo
algún poema de la yahiliya.

El cielo es gris plomizo a media mañana,
anaranajdo por las noches. Los corazones
permanecen neutrales, como las rosas en el seto.

Bajo sitio la vida se torna tiempo:
memoria del principio,
olvido del final.

La vida.
La vida plena,
la vida a medias,
acoge una estrella cercana
atemporal
y una nube emigrada
aespacial.
Y la vida aquí
se pregunta:
¿cómo resucitar a la vida?

Él dice al borde de la muerte:
no me queda un rincón que perder,
libre soy a un palmo de mi libertad,
el mañana al alcance de mi mano...
Pronto, me adentraré en mi vida,
naceré libre, sin padres,
y tomaré por nombre letras del lapislázuli...

Aquí, en los altos del humo, en la escalera de casa,
no hay tiempo para el tiempo,
hacemos lo que hace quien se eleva hacia Dios:
olvidamos el dolor.

El dolor:
que la señora de la casa no tienda la colada
por la mañana, que se conforme con lavar esta bandera.

[...]

Los soldados calculan la distancia entre el ser
y la nada
con la mirilla del tanque.

Calculamos la distancia entre el propio cuerpo
y las bombas... con un sexto sentido.

Vosotros, los apostados en el umbral, pasad,
tomaos con nosotros un café árabe
–acaso os sintáis seres humanos como nosotros.
Vosotros, los apostados en el umbral de las casas,
largaos de nuestras mañanas,
necesitamos creernos
seres humanos como vosotros.

Hallamos tiempo para pasar el rato:
jugamos a las damas, hojeamos noticias nuestras
en periódicos del ayer herido,
y leemos en el horóscopo: este año
dos mil dos la cámara sonreirá
a los nacidos bajo el signo de Sitio.

Siempre que el ayer me visita, le digo:
nuestra cita no es hoy, vete
y vuelve mañana.

[...]

Toda muerte,
aún esperada, es la muerte primera.
¿cómo he de ver
una luna
dormida en cada piedra?


De Estado de sitio (Madrid: Cátedra, 2002). Trad. Luz Gómez.