16 nov 2010

Hoy vi burbujas de jabón en medio de un vagón del metro. Burbujas que no eran de jabón si no de un gel, que una vendedora ofrecía como "la diversión de moda, de novedad, para chicos y grandes". La secuencia creada contuvo imágenes de belleza involuntaria: una burbuja reposando en el celular de un pasajero, una más sobre el cabello engelado de otro. Alguna que huyó por la ventana a estrellarse en el túnel. La más desaparecieron en el aire o cayeron al piso verde. Las pompas flotaban en todo el vagón, aunque pequeñas tardaron en desaparecer. Lo que más me sorprendió fue la indiferencia de la gente. Como si sólo mi mirada hubiera detectado lo insólito del momento. Quizá sólo estaban fatigados y pensaban ensimismados. Quizá era la quinta vez que se topaban con el nuevo producto. O peor, las burbujas de jabón ya sólo sorprenden a los niños que dejamos de ser hace mucho.