11 mar 2007

El viaje emprendido a Nicaragua dejó caminatas y tardes larguísimas, charlas amanecidas, asombro. También amistades que se inician y otras que se confirman. Fuimos recibidos muy generosamente en todo momento, así en Granada como en Managua como en Matagalpa. Las tardes y noches las ocupamos entre el panal, las toñas y el sudor refulgente de la ciudad a las orillas del Xolotlán. Poco a poco irán apareciendo algunos de ellos con una muestra de sus escritos. En Nicaragua, como en pocos sitios, la poesía emerge cual lava en cascada, agua omnipresente de enunciación y constancia.

Ezequiel D´León Masís (Masaya, 1983) y Ana Gabriela Padilla (El Salvador, 1984) nos alojaron en su casa masayina. Ambos mantienen el inteligente blog Esfera infinita. La conversación nocturna discurrió de Mejía Sánchez, Roque Dalton a la Oaxaca incendiaria y las desgracias políticas de Nicaragua y la pareja que ahora la des-gobierna. Ezequiel es sin duda uno de las voces más notables y vigorosas del panorama literario nicaragüense. Su precocidad sorprende por la limpieza y contundencia de la mayoría de sus textos, en donde puede hallarse la impronta de Salvador Elizondo, Mejía Sánchez, Paz o Apollinaire. Ha probado con soltura la prosa, la poesía, la crítica sagaz . Pero más dice la literatura por sí misma que cualquier juicio alelado, van unos textos de Ezequiel:


Glifos de Tazumal (libreta de viaje)

Ruinas: emanación agrietada a fuerza de civilización, letrago plural de la roca o montículo elemental que es un esquema de superviviencia. Fue poco lo avistado y, de lo poco, casi nada penetración de espectador ni ojo diligente. Se nos precipita el inventario de los años: aquel teatro fatal, que lo hubo: el don no encarnizado de la ofrenda a Xipe Totec. Desde acá, divisamos los glifos en la arquitectura escalonada; allí esculpidos. Vimos la ceremonia pipil del sacerdote, elevándose con su paso oblicuo hacia el coto de los desollados. Latitudes estas en que no fue acto ni usufructo el fastidio sobre las carnes del enemigo. Nadie nos saca de darnos cuenta que, en esto, hay voluntad primitiva de sobreentender alguna cosa, la intención sepulta de una cifra latente como larva. Tras la impenetrabilidad de estos signos, eso basta: nomás las pistas datadas en el pedrusco y su suerte de escritura inacabable.


Mujer con lira

Sobre el fondo core del instante,
soportadas en sí mismas, solas,
están allí: doncella y lira nuestras.

Voluntad exacta la tuya,
ésta de decidir
- óleo en mano -
haya ojo donde no lo hubo antes.

(De La escritura vigilante, 2005)


La irritación del pescado

La savia espinosa expira,
se anula en su torpe
representación realista.

Sólo resta
masticar la lepra,
el color,
la línea,
y ver al pescado consumir
las sobras del caldo ontológico
que filtra,
aún,
tras el lienzo culpable.

Su tendón insondable,
astero,
irreparablemente inmóvil
es corrupción de arte.

Falsa permanencia en pigmento.
Nervio terco
de animnal humedo,
lejano,
sin cadáver ronco
trasto animado,
perfil disonante:
arrebato y aniquilación
del preincipio anímico.
¡Estúpida perversión verista!

(De Novísimos. Poetas nicaragüenses del tercer milenio, 2006)