17 ene 2007


Luego de un mes de ausencia he vuelto. Me es imposible mantener este sitio cada semana, mucho menos diario como algunos practicantes consumados del quehacer bloguero. Actividad demandante, también requiere de mucho que decir y poco pudor para expresarlo. Y digo pudor, pero igual digo autocrítica e introspección ahondados. Sugiero menos digresión verbal, menos cascadas vanilocuentes y más palabras sustanciales. Demos paso a la metáfora, desterremos la hipérbole. Hablemos de lo verdaderamente importante: la moneda pulida por el paso del tren una tarde cualquiera, el joven de mirada-niña manifestándose en contra del estado de cosas que le impide comer tres veces al día, las diminutas flores amarillas crecidas entre los adoquines y la memoria, las manos que, recorriéndolo, reinventan el otro cuerpo al que pertenecen.

Expresemos entonces. Como nos sea posible, como nos salga. Que la página dé paso a la siguiente y que, si nos olvidamos de nosostros mismos, la vida nos resigne (nuevo signo y significado) por completo y sin remedio.

He vuelto, aseguré arriba. Aún no lo tengo cierto, ya veremos dijo un ciego. Adiós entonces y continuemos leyéndonos.