26 ago 2006

De temblores de tierra, sociales y grandilocuencias irrisorias

Tembló durante la noche del viernes (18 de agosto) en Oaxaca. Por varios segundos fuimos balanceados por ondas sísmicas de 5.5° richter. La madrugada de este lunes (21 de agosto), un grupo armado de decenas de policías disfrazados destruyó a balazos el equipo transmisor de las antenas transmisoras de la Radio y Televisión estatales, ubicado en el cerro del Fortín. Más allá del atentado gravísimo en contra de bienes de la nación, más allá de la actuación de un grupo paramilitar (¿nuevamente los zetas?) con armas de uso exclusivo del ejército, más allá del nuevo acto de intimidación irresponsable, más allá de la más reciente muestra del diálogo planteado por el gobierno de Ulises Ruin (Lucas Rojo insiste en que hablemos con nombres y apellidos cuando abordemos estos temas) evidencia hasta dónde pretende llegar la reacción gubernamental para evitar su expulsión. La destitución que, día a día, con cada acto represivo torpe y burdo, parece precipitar. El sismo anunciaría los terremotos que acontecerán al sur de México, en el centro mismo de Mesoamérica, en las esquinas inadvertidas de la información mediática, en la cola de las oportunidades para todos, en la mera punta de lanza del Plan Puebla Panamá (PPP).

La intransigencia del corrupto y corruptor, su testarudez y vileza son demostradas a diario. Este martes (22 de agosto), bajo el anonimato punzante de la madrugada, grupos armados recorrieron las calles de la ciudad intimidando con su sola presencia y las ráfagas de R-15 y pistolas de 9 mm que lanzaron desde patrullas y motocicletas en cuanto plantón o barricada hallaron: un civil muerto más. Éste se suma a las cuatro personas asesinadas las semanas precedentes. El terror ha sustituido a toda posibilidad de diálogo, de solución. No queda duda que, de nuevo, la lectura es errónea: la Asamblea del Pueblo de Oaxaca (con todo y los grupúsculos retrógrados muy activos pero minoritarios, como FPR, FALP que aún habitan el siglo pasado) está conformada por múltiples organizaciones sociales y no gubernamentales, ciudadanos ordinarios sin ninguna adscripción partidista, colonos, estudiantes, campesinos, varios académicos que son mayoría. Muy lejos de constituir la guerrilla urbana que la procuraduría estatal imagina en sus afanes demodé de descalificación y criminalización al mejor estilo diazordacista; los hechos de las horas recientes claramente desnudan su fatuidad perversa que ha aterrizado, de lleno, en la comisión homicida.

Mientras tanto, el gobierno federal insistirá en su no injerencia, dejará, como parte de una estrategia, que se vaya enrareciendo y complicando este conflicto sociopolítico. En su momento, luego de la previsible decisión del tribunal federal electoral, “desactivará” la movilización y crisis oaxaqueña mediante –presumiblemente – la violencia de Estado, ejercida por la policía, aduciendo las ilegalidades en que miembros del movimiento ciudadano-magisterial han incurrido durante estos noventa días lacerantes. Para el país, piensan los analistas orgánicos, aceptar la destitución del gobierno oaxaqueño sentaría un “precedente dañino” para el cumplimiento de la imposición panista. Bajo esta argumentación se puede comprender la dilación y omisión de los tres poderes del gobierno federal (sobre todo el senado y el ejecutivo) alrededor de este conflicto telúrico.

Por otro lado, una autonombrada y autoconstituida comisión de intermediación ha aparecido del modo más torpe posible. Dicen que su finalidad es destrabar el entuerto, ser un puente entre la APO (y el magisterio de la sección 22) y la Secretaría Gobernación; la demanda única e incondicional, recordemos, es la destitución del gobernador o la desaparición de poderes. Formada por un grupo de intelectuales, médicos y empresarios oaxaqueños, apuntalado con destacadas figuras nacionales (Pablo González Casanova, Carlos Monsiváis, Rodolfo Stavenhagen, Samuel Ruiz), la iniciativa de Francisco Toledo, posee la misma tibieza e inocuidad que la posición observada por él mismo a lo largo de este atípico movimiento social.

El viernes, cuando fue presentada a los medios de difusión dicha comisión (o comité o junta de notables), un escritor –más conocido por su grandilocuencia y ocurrencias que por sus lectores– declaró desaforada y desafortunadamente: había que ofrecerle al político honesto que aún permanece en Oaxaca con ruindad e ineptitud (que ya nadie quiere) “una salida digna” (¡!). Leonardo da Jandra (el de la idea ínclita), por memorable ocasión, fue traicionado por su lengua, cada vez más rápida que sus sinapsis cerebrales. Aseveró con gran humor (o sin pudor alguno) que al pillo y ruin que desgobierna habría que ofrecerle una chamba en alguna embajada o en el gabinete felipillo. Y que –esto sí como propuesta de dicha comisión– el gobernador sustituto debería de ser un priista para satisfacer a varias familias distinguidas oaxaqueñas que ven como sus prebendas y beneficios –que pensaban perpetuos–, naufragarían irremediablemente junto con su favorecedor.

http://www.jornada.unam.mx/2006/08/19/042n2soc.php

Estas sugerencias son aceptables como humoradas útiles para tiempos infaustos, pero no como propuestas serias de una pretendida comisión de intermediación, que hasta hoy, sintomáticamente, no ha consultado ni a la APO en pleno ni al magisterio. Si no lo hace terminarán frustrándose sus buenas intenciones para desventura del pueblo oaxaqueño, y beneplácito de las autoridades repudiadas, que se rehúsan a caer. Ah el poder, el poder, ¡qué dolor, qué dolor!

Sin más por el momento que solicitar su atención, su participación (difundiendo, opinando, manifestándose) para evitar que la espiral de violencia y terrorismo de Estado continúe y se acreciente en Oaxaca. ¿Cuánta más sangre de civiles para que el resto de mexicanos se manifiesten? ¿Cuánto falta para que ustedes digan algo, o por lo menos se informen? Bien dicen que si menos del 10% de lo que ha ocurrido en Oaxaca hubiera sucedido –digamos– en Hermosillo o Querétaro ningún gobierno seguiría en su puesto. Pero es el sur, ese lastre, esos pobres, esos rijosos...