26 ago 2006

Días de lectura también:

... Cuando debas ir hacia abajo, busca el pozo más profundo y desciende hasta el fondo. Cuando no haya corriente, quédate inmóvil. Si te opones a la corriente, todo se seca. Si todo se seca, el mundo se ve envuelto por las tinieblas. «Yo soy yo, él es yo, atardecer de otoño.» Cuando renuncias a mí, yo existo...

La mariposa parecía una persona que, en plena búsqueda, hubiera olvidado qué estaba buscando...

Decidí vivir un poco más. Sentía curiosidad. Quería saborear, aunque fuera durante poco tiempo, aquella vida indolora. Morir podía hacerlo en cualquier momento...

Lo que comprendí sólo después de haberlo experimentado era que, al ir siguiendo con los ojos los rostros de las personas que pasaban, una tras otra, ante mí, la cabeza se me iba vaciando como si le hubiera sacado el corcho a una botella. No decía nada a nadie y nadie me decía nada a mí. No sentía nada y no pensaba nada. A veces tenía la impresión de haberme convertido en parte del banco de piedra...

Intenté escuchar una voz tenue que debía estar allí. Al otro lado del chapoteo del agua, de la música, de las risas de la gente, mi oído captó un débil y mudo eco. Una persona llamaba a otra persona. Una persona buscaba a otra persona. Una voz que no llegaba a ser voz. Con palabras que aún no eran palabras...

Fragmentos de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, de Haruki Murakami.