23 sep 2007

Crónica de sábado con piñata voladora

Ayer caminaba por algunas calles mal iluminadas del centro de la ciudad de Oaxaca cuando me tope, en una esquina, con un avión. Volvía en mí tarde –como siempre en mi inanidad. Luego de ser "jalado" (dejarme sacar sería lo exacto) de una reunión por una sonrisa posible y ser despedido después -escasos minutos mediante- con una sonrisa inicua, ya no me atreví a volver a la cena con artistas varias. Preferí pensar mientras recorría calles ya conocidas, esquinas ya cruzadas. Retirada no grata.

Al dar vuelta en una calle, un avión apareció en la banqueta cerrándome el paso. Era un objeto de cartón que en su momento fungió como piñata, ahora abandonado en aquella intersección. Los oaxaqueños suelen apilar, de noche, su basura en las esquinas, confían que a la mañana siguiente el camión recolector se la llevará. Y tan-tán, con ello se olvidan de lo demás: en sus casas ya no están los desperdicios, no importa que se acumulen a veinte kilómetros en un tiradero abierto, completamente tóxico. Pero volvamos a lo nuestro. Iba caminando y casi patéo aquel avión de cartón cuya función había trocado. Ya no era más una piñata. Sólo por haber sido puesta en esa esquina, junto a rebosantes bolsas de plástico, una manguera y demás objetos, era "otra cosa".

Miré largamente dicho objeto. Se me ocurrió, entonces, que si lo cambiaba de lugar transformaría su función final a la que ya inexorablemente estaba destinado. Y sí, lo puse en la esquina de enfrente, solitario. Según yo (idea muy novedosa, como verán), era mi intervención del espacio público con un objeto espigado de la basura. Dejaba de ser basura con ese mínimo gesto. Quería registrar el hecho más allá de mi memoria. Como no llevaba cámara fotográfica ni nada similar, corrí varias cuadras a la antigua casa de mi abuela donde la había dejado. Temí que, al volver, el objeto avión-piñata no estuviese. 23 horas del día marcaba el tiempo medido y aún era muy transitada la calle por automóviles y peatones. Tal vez, a más de uno le gustaría llevárselo.

En veinte minutos volví. El avión había desaparecido. Desolada y con iluminación intermitente, esa esquina volvía a estar sin nada, sin el objeto que la modificó por momento breve. Capturé algunas imágenes de la (ahora) ausencia. Mi estupor aumentó cuando, a través del lente, lo descubro fortuitamente en la terraza de la misma esquina: ¡el avión había volado! Cuando ya no me vió, sospecho, agarró impulso de la cuerda que tenía y se lanzó con temeridad cuatro metros arriba de donde estaba. No sé como logró quedar mirando a la calle (y no de espaldas). y muy plantado. Misterios de los objetos cuando no los observamos, me dirán, ya una canción hermosa de Cri-Crí nos lo advertía.

Como supondrán, una sonrisa interminable me acompañó el resto de la noche. Ya no importó el abandono del que fui centro. La piñata devenida avión "de propulsión a salto" me vindico. De basura a artista multidisplinario (jaja). Igualmente, la piñata-basura se convirtió en un avión que atestigua, ahora, el paso del tiempo en aquella esquina de una de las calles aún dolidas de esta ciudad.

¡A volar!


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Now playing: The Books - Enjoy Your Worries, You May Never Have Them Again
via FoxyTunes

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Esperaba con emoción la segunda parte del avión. Me encantó.

Qué alegría saber encuentras nuevas sonrisas que te rodeán y bueno,algunas vuelan.

Qué bueno lo del blog de mi querido Pochote!

25/9/07 11:42  
Blogger Juan Pablornz said...

Anónimo (puedo sospechar quién sos pero no lo sé de cierto), indudablemente nos topamos con sonrisas diversas, sólo algunas son irrepetibles. Y sí, algunas vuelan y qué bueno -aunque nos arruguen un poco la noche. Agradezco su lectura de esta digresión... Abrazos cordiales (ya luego me confirma su presencia por aquí)

25/9/07 22:18  

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