5 sep 2007

Breve relato de cómo no escuché a Explosions in the sky

A Abril, que tal vez estuvo ahí


El pensamiento no tiene ataduras: vive de encuentros y muere de soledad
*
El pensamiento es el relámpago que desgarra el vacío

Edmond Jabès

La tarde del sábado volví de San Agustín Etla, un pueblo cada vez más cerca de la parasitaria ciudad de Oaxaca, luego de la última sesión del taller de poesía de CASA (esta vez con Vicente Quirarte). Durante la comida, antes de la lluvia, me sugirieron no seguir cavando el panteón que yo pensaba prado, que no insistiera en horadar la tierra: aparte de herirla, me manchaba la cara de lodo con el rictus agrio del esfuerzo, al fin estéril me advirtieron. Intenté con miradas y balbuceos mantener firme mi bregar. Fue inútil. La lluvia comenzó a correr, la digestión siguió su curso y la noche llegó junto con una despedida abrupta.

Ya en casa, me dediqué, un sábado por la noche (¡!), a vagar por los terrenos sin lindes de la internet. Gracias a uno de los hallazgos fortuitos que permite supe, con entusiasmo vuelto estupor, que Explosions in the Sky, una banda de rock muy cara a mis gustos, se presentaría esa misma noche por primera vez en la ciudad de México. Si lo hubiera sabido antes, si alguna alma pía me hubiera compartido la noticia, si lo que sea, a tales horas era completamente improcedente: 500 kilómetros me separaban de escucharlos. Demasiada distancia para alcanzar sus travesías sonoras.

Valga este comentario como un medio de quebrar esta decepción de inicios de septiembre. Ya habrá otra oportunidad me repito, pero nunca, se dice, el halo emotivo -cuasi mítico- que envuelve a la primera vez de una banda en algún sitio. Recuerdo cómo, aún estudiambre, tuve que discriminar en otoño de 2004 entre Sonic Youth y Polly Jean Harvey. Ya me insultará más de uno, pero elegí a PJ y su voz memorable de cenzontle barítono –y su vestido de Los Ramones. No podía, a fin de mes recuerdo bien, en esa misma semana gastar 700 pesos que simplemente no tenía. Por suerte Moore, Gordon y compañía volvieron a México y PJ no. En el caso actual es más incierto, a saber si Explosions volverá, si la audiencia respondió convincentemente, si la altura y las partículas suspendidas no los marearon...

Sin haber disfrutado en vivo de sus esculturas construidas sólo con dos –o tres– guitarras, de pronto un bajo y una batería contundente, les dedico una líneas. Cinco discos (un EP entre ellos) conforman su discografía. How Strange, Innocence (2000), su ópera prima, el inicio de sus "paisajes eléctricos", marcó la ruta en la que suman descubrimientos musicales sin tacha. Del silencio al delirio y de nuevo al silenco se suceden sus piezas (que no canciones) de entre siete y doce minutos promedio. Ascensos trepidantes y caídas fulgurantes, con su exhalación pausada recorren la piel y el laberinto de los oídos receptivos. La música creada con estos recursos y búsquedas le remitirá a cada uno lo que muy adentro de sí palpite y proyecte. En su tercer disco, The Earth Is Not a Cold Dead Place (2003) –para mí su cima–, el título mismo nos ofrece una llave para comprender profundamente los planteaminetos estéticos de estos cuatro músicos que, desde su configuración clásica de grupo de rock (dos guitarras, bajo y batería), trascienden las fronteras de la convención –y el mercado.

Influida por los acordes agridulces del The Cure de finales de los 80 y This Mortal Coil, Explosions in the Sky ha redefinido la brecha abierta por Godspeed You ! Black Emperor, Mogwai y Dirty Three. Su música sin voz, su "rock instrumental, melódico", nunca llega a lo melifluo; al contrario, se ahonda y ramifica en la exploración de atmósferas entre tristes y ambiguamente dulces que hienden, desgarran el vacío de la realidad circundante. Esta realidad nuestra, tan tecnologizada, cada vez más inasible, cada vez menos "real". Encuentro feliz, entonces, el que se dé con dicha música. Con su presencia podemos romper y afirmar –según el caso– nuestra soledad, siempre tan nuestra, siempre presente. En fin, lo deseable: descansar el ánima y la piel con "First Breath After Coma", "With Tired Eyes, Tired Minds, Tired Souls, We Slept" o "It's Natural To Be Afraid", bajo sus ondulaciones envolventes. Y dormir o despertar de tanta luz sombría. Este cuarteto notable bien merece una aproximación.

Aquí la crónica del concierto de un blog amigo