13 mar 2006

En Nicaragua...

La llama de una vela a penas
delinea la tinta titubeante de mi voz.
La levedad de la escritura, como si fuese un colibrí,
infatigable cavilante,
no sabe si posarse sobre la hoja cómplice de este cuaderno,
si cavar surcos de memoria, si esperar una mano fértil.
Mi pensamiento, con lentitud, penetra el aire
límpido y tibio que me envuelve.
Busco la mano, la hoja y la mirada recién acaecidos
en aquel lugar que alcanzo apenas a llamar.
No encuentro. Recibo, tras aquella luz
tenue vacilante,
la certeza de una labor primigenia
que ojalá pronto devenga oficio,
lluvia evanescente y sonrisa crepuscular.