30 may 2007

De la escritura y sus aaaaarborescencias

"Excederse hasta la escritura" Jacques Derrida

Descubro con estupor que no logro escribir. A pesar de las penas y las ganas. Pese a mí mismo y al pesar mismo. La escritura se pierde de mis manos, se diluye pulverizada por mi conciencia demasiado presente. De trazo en trazo, ballbucientes, hiendo la madera. Comparo lo escrito hace algunos años y no hallo diferencia sustancial: los temas circulares, las enrevesadas construcciones sintácticas, el mismo tono, hasta las divagaciones y aprensiones similares. Además, como pasaje recurrente, el ritornello soso de la propia escritura quejándose de no poder ser escrita, de no acontecer.

El tiempo (no) me alcanza. La vida me dice, a gotas, cómo ahondarla y edificarla. Por supuesto, no es ella, es la muerte la que nos observa en cada arista, desde el fluir infatigable del mar, la que nos enfrenta a nuestra inanidad. La posposición permanente y cómoda sella mi actual y pasado discurrir. Por qué vivimos como si no muriéramos a diario, como si fuera parte de otra película, una a cuya exhibición nunca asistiremos. Y así hasta que se nos aparece, contundente y súbita. Ineludible. Lamentablemente la escritura continúa su misterio y marca mi desasosiego. Escritura y vacío. Lo que he dicho aquí son las torpes variaciones del tema perpetuo: la muerte, instante que unifica, y la creación, instante que nombra y revela.

"La lengua es el último refugio... Regresemos al significado primordial de las palabras, hoy parecen vainas sin semillas" Goran Petrovic (en Guadalajara, 2005)

Bajo la sombra necia de la pluma ninguna palabra alcanza. El poema es la naturaleza palpitante. Los azules se multiplican frente al mar, dotándonos el raro privilegio de constatar -admirar- el paso del tiempo. Me hallo aquí, entonces. Me reconozco (a pesar de todo y de mí mismo) entre la escritura y el hastío, la escritura y la destrucción que nunca ha logrado evitar, aunque sí conjurar.

Recuerda, no lo olvides -no te olvides: la escritura es el espacio de la pura posibillidad o el lugar de la (im)posibilidad pura. La creación después del abandono, la hierba luego de las lluvias incipientes.

Sin más, retiro mi voz titubeante.
¿Quién soy?
La voz que se enraiza, ramifica y toma forma. La voz edificada, crítica y en llamas, voz frenética y paródica. Pensamiento en supuración.
¿Quién soy?
Mi boca enardecida. Asumiré mi fatiga hasta el máximo, hasta dejar de ser, según expresó Sarduy, hasta dejar de escribir. Pero primero he de respirar la palabra,
he de escribir, he de ser.

"Tú eres el que escribe y el que es escrito" Edmond Jabés