29 abr 2009

Niemand liebte ihn..., Georg Trakl

[Fragmento de Sueño y trastorno (Traum und umnachtung)]

Nadie lo amaba. Impudicia y mentira su cabeza quemaban en las estancias del crepúsculo. El azul crujido de una vestimenta femenina lo paralizó, como un pilar, y, en la puerta, apareció, de pronto, la nocturna figura de su madre. Y la sombra del mal se erguía ahora sobre su cabeza. Oh, vosotras, las estrellas y las noches. Al atardecer, se encaminó con el lisiado hacia la montaña. Sobre la helada cima yacía el brillo rosa de la tarde; su corazón sonó, suave, en el crepúsculo. Hundía el peso los tormentosos pinos sobre sí, y el rojo cazador salió del bosque. Había anochecido; su corazón quebraba sus cristales, la tiniebla golpeó sobre su frente. Bajo robles desnudos, estranguló a un gato montés, con congeladas manos y, a su diestra, surgió acusadora la figura blanquísima de un ángel, mientras iba creciendo la sombra del lisiado, entre lo obscuro. Pero él alzó una piedra y la arrojó hacia aquél, que huyó gritando, y a la sombra del árbol el dulce rostro del ángel desapareció, entre suspiros. Y yació largamente, sobre el campo pedregoso, mirando, sorprendido, el aúreo pabellón de las estrellas. De repente, acosado por murciélagos, se precipitó a lo obscuro. Penetró, sin aliento, en la derruida casa y, en su patio, bebió, como salvaje animal, del agua azul del pozo, hasta quedarse helado. Enfebrecido, se sentó, en las frías escaleras, furioso contra Dios, porque él muriése. Oh, el rostro grisáceo del horror, cuando alzó los ojos, muy abiertos, hacia el desmenuzado cuello de una paloma. Huyendo, raudo, por las desconocidas escaleras, a una muchacha (...) Sobre su cabeza, ya despierto, se iban apagando las estrellas.

De Georg Trakl y Alfred Kubin, Revelación y Ocaso, Madrid: Abada, 2005.