8 dic 2008

Lentes como vidrios turbios, mi mirada se borra. Una canción que reconozco retumba en el vecindario. Desde la otra montaña el eco arrastra su trajín, la música de boda resuella. De mi lado se siguen quebrando, ahondando las imbecilidades; para qué mostrar si no muestro nada, si no me sale nada, ni pus ni sangre ni baba. Baba yaga. Llaga creciendo. Dolor de cabeza subiendo por mis sienes, la asfixia nombrando mis pasos, mi aterido andar a tientas abrasando cada pálpito.

Dunas sin ser. Afuera siguen la música, la fiesta, los cohetes, la virgen de Juquila canta. Los oprobios acumulados prosiguen su descarrilamiento. Y yo, sólo sumo agotamiento y grietas sin sutura.

Y, finalmente, descubrir que la palabra no describe al silencio, es silencio. La infinitud del hastío. La imposiblidad de la poesía por decir lo decible, sólo lo imposible, lo inasible nombra.

1 Comments:

Blogger Ingrid Solana said...

La palabra es voz pero, sobre todo, silencio. Deleuze y Guattari le llaman "respiraderos", por eso los dibujos de los esquizos no son arte. Paradójicamente, la palabra silencio invoca la voz y viceversa...
Muy buen fragmento, sobre todo, por la presencia ineludible de Juquilita, una de mis visiones recurrentes que me transportan a los vestigios de mi infancia. Besos!!

9/12/08 16:49  

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