22 ene 2008

La ominosa presencia de la realidad pánica: Paul Virilio y Ray Bradbury, dos lecturas coincidentes


El título de este texto puede confundir a mis lectores improbables. Más allá de mi predilección por títulos obtusos que busco desterrar, quise encerrar el hecho feliz de estar leyendo La ciudad pánico de Virilio y una relectura reposada de Fahrenheit 451 de Bradbury. Según avanzaba la lectura simultánea fui descubriendo afinidades insospechadas y los ecos resaltaron. Uno y otro hablan de un presente muy evidente, insidiosamente actual.

Virilio sobre la omnipresencia y poder creciente de los medios masivos de difusión, convertidos a partir de septiembre del 2001 en "medios de destrucción (inducción-alienación) masiva". La serie de ensayos contenida en dicho volumen profundiza alrededor de la imposición de la emoción teledirigida y la estandarización de los gustos y sentimientos. Además, puntualiza, las guerras de ahora ya no causan bajas militares sino casi exclusivamente civiles de origen urbano. Todo transmitiéndose como "breaking news", trocada la inmediatez en inevitabilidad. De cómo cada vez es más determinante e imperativa la presencia de la imagen televisiva, acompañada de modo inseparable de la simultaneidad que detona niveles inéditos de miedo inducido. El terror comenzó ya y supura desde las pantallas, la historia es diluida acremente tras la 'realidad y estética de la desaparición', remata el pensador francés.

Con su fábula pirómana-bibliófila, Bradbury nos recuerda -escrita en los años 50- hacia donde vamos, dónde estamos ya y lo que nada promisoriamente viene. La alienación contemporánea, la felicidad falaz basadas en la uniformidad de los gustos y disgustos, en la imposibilidad de pensar y sentir distinto al promedio. Fahrenheit 451 habla de un mundo donde los libros y las manifestaciones culturales y su diversidad han desaparecido y son condenadas por el consenso de las mayorías teledirigidas. Demasiado peligrosos los libros porque provocan que la gente piense y se pregunte. Y lo peor: generan -floreciente- la melancolía, antítesis de la "felicidad total" que la sociedad de consumo promete a sus feligreses y requiere para sus fines. Por ello deben ser quemados junto con los pocos insensatos que aún los resguardan. Sófocles, Dante, Shakespeare, Kant, Jefferson, Swift, Darwin, Whitman, Byron a la pira, junto con el Libro de Job, Lucas, Juan, Mateo...

Imaginó también la imposición total de la pantalla catódica, la aficción desmedida a la velocidad, la sensibilidad homogénea y roma, el pensamiento desterrado; intuyó un mundo demasiado humano, lleno de la meliflua oscuridad de los censores e incendiarios de conciencias subversivas. Una sociedad en contra de los que disientan, serían marcados, aniquilados por una máquina-sabueso sólo por no comulgar con el estado de cosas y su ya mentada iglesia de la instantaneidad y la trivialización de los sentimientos, como también observa Virilio, el urbanista devenido filósofo.

El relato de uno y la reflexión crítica de otro no pueden ser más acertados y urgente su advertencia. Ahora mismo, en el país donde nací, crecí y me desenvuelvo, todo lo relacionado con las culturas múltiples y diversas, las manifestaciones artísticas y sociales son motivo de censura, o plena y abiertamente atacadas, silenciadas, atrofiadas.

Virilio, desde la reflexión del ahora y el aquí elusivos, Bradbury desde la ficción y la lucidez nos recuerdan que somos humanos y del humus venimos y hacia allá, inexorablemente, vamos. Y lo demás, atento lector, no importa... sólo la vida.


Bibliografía citada:

Paul Virilio, La ciudad pánico. Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2006.
Ray Bradbury, Fahrenheit 451. Barcelona: Plaza y Janés, 1974.



Ps: Léanse los textos mencionados con música de Burial y sus dos discos editados al momento. Insólita, mecánica, bella, deja rastros de llovizna electrónica. Este músico británico de nombre elocuente elabora música desde la sangre y la piel de los tiempos presentes; poco se sabe de él, qué mejor, lo importante es lo degustado con los oídos abiertos. Aquí una reseña de Untrue, su segundo LP...