1 nov 2006

Reporte de octubre,

En contra de la ignominia y estulticia: Oaxaca no merece halconazo ni atencazo alguno

En las tres semanas precedentes Oaxaca ha vivido una sucesión torrencial de acontecimientos. Hechos determinantes en cuanto a lo que gobierno federal tiene proyectado para el movimiento ciudadano oaxaqueño. El siguiente paso es la neutralización y asfixia de los opositores (organizados, resistentes y empecinados) a la administración corrupta y corruptora del señor Ruiz Ortiz y secuaces. Dos frentes confluentes contempla la derecha mexicana. Por un lado, lograr la división y consecuente separación del magisterio y la asamblea de los pueblos de Oaxaca, minando la unidad observada hasta ahora. Y entonces sí, aislados los radicales, vendría entonces como pesadilla plúmbea, el plan represivo e infausto -para los más-, o disuasivo y apegado a derecho -para los analistas orgánicos y la derecha pirómana en el poder.
Dicho plan en contra del movimiento social, pretende, por otra parte, desmovilizar a la asamblea de los pueblos oaxaqueños imponiendo una ocupación de fuerzas federales en la entidad. Una “ocupación p(f)acífica” según Abadscal. O una ocupación -descarada- abiertamente violenta de la ciudad tomada. En ambos casos, la licencia (que no su renuncia y juicio penal) del gobernador defenestrado. En ambos casos el uso de las fuerzas represivas del Estado. En ambos casos la masacre de civiles. En ambos casos la violación de las garantías individuales de los ciudadanos.
Se advierte la táctica empleada (hasta el momento parcialmente exitosa) para la división del movimiento que reste organización y movilización a los opositores. El regreso a clases parece ser el ariete fatídico que heriría al movimiento: error espeso de creerlo así. Pobres analistas cuando confían demasiado en sus fuentes filogubernamentales. Este punto de inflexión podría ser encauzado y potenciado por la asamblea popular: es el momento en donde los demás sectores inconformes e insurrectos participarían más decidida y activamente.
El movimiento social oaxaqueño no puede continuar con sus demostraciones de presión y protestas como hasta ahora, ya demostradas su eficacia parcial o transitoria, además de su desgaste. Ciertamente el peso organizativo ya no debe recaer en el gremio magisterial: todos los sectores afines a la dimisión del gobierno en turno han de movilizarse y tomar la estafeta para el sostenimiento y apuntalamiento de las movilizaciones. El magisterio (quienes no perciben salarios desde agosto) con preocupación genuina desea volver a clases; para informar y formar en las muchas comunidades donde aún su voz y guía son importantes.
Antes de avanzar, sólo aclaramos: si existieran los cauces institucionales que atendieran (y resolvieran) a la ciudadanía cuando no aprueba el quehacer de sus gobernantes elegidos (como la revocación del mandato o la figura de plebiscito) no hubiera ocurrido lo vivido por Oaxaca. Como no, la mayoría de los habitantes que reprueban (e incluso denostan) al gobierno no tuvo otro camino que la movilización y las protestas callejeras. Si en la Constitución local o nacional existieran las figuras legales antes mencionadas ni barricadas, ni pintas, ni muertos, ni comandos paramilitares asolando a la población hubieran acontecido.
La salida del señor Ruiz Ortiz es inapelable y cada día se torna más urgente. De continuar testaruda y cínicamente en el poder, la descomposición social y la violencia criminal desatada por los grupos de choque a su mando acusarán sus acciones y la espiral de violencia empeorará. En su envilecimiento y terquedad desafiantes, este seudogobernante sólo desea la incursión policial como venganza, cual Nerón, ya que a nadie le queda duda su salida y deseable encarcelamiento.
De no imponerse la sensatez y la justicia continuarán los actos terroristas y criminales en contra de la ciudadanía oaxaqueña, movilizada o no. Así, han ocurrido varios homicidios más. Once muertos ya desde junio, todos salvo uno, partícipes del movimiento ciudadano. Así, a diario son disparados rifles de asalto contra las barricadas. Así, un comando paramilitar balea la casa de Francisco Toledo en el casco antiguo de la ciudad Así, son quemados camiones para amedrentar asambleas magisteriales. Así, la impunidad, las injusticias, la iniquidad es impuesta en Oaxaca por quienes juraron guardar y hacer guardar la ley. Así, a un tiranuelo aún le permiten deshacer y asesinar y amedrentar a la ciudadanía (y perder kilos de peso). Así, ¿hasta cuándo? ¡¿Hasta cuándo?!

De la desesperación y perversidad gubernamental: una radio ilegal surca el cielo oaxaqueño

Ya preparado el frente milico-policial para la liberación de la ciudad de Oaxaca faltaba uno, el frente mediático (Ya bien lo sabía Goebbels). Ya la historia lo petrificará: el gobierno “constitucionalmente constituido” incurre en ilegalidades flagrantes con la anuencia tácita del gobierno federal. Un ejemplo más de impunidad e incuria durante el “gobierno del cambio”. Que el desgobierno de Ulises Ruiz Ortiz (y su séquito tóxico) saque al aire una radio clandestina en FM no se había visto antes en la historia de México.
Todas las radios comerciales deciden salir del aire “porque no hay condiciones” para su funcionamiento y ese mismo día aparece, casualmente, Radio Mapache (99.1 de FM), “la radio de los priistas colorados”, la radio clandestina desde donde el gobierno estatal lanza su propaganda. Desde el miércoles 25 de octubre, esta radio ilegal (que con seguridad no será interferida como Radio Plantón, 92.5 FM) promueve el encono, la confrontación y la descalificación del movimiento civil pacífico en su contra. Busca la confrontación civil, muy buenos resultados obtuvo la derecha chilena cuando lo probó en 1973. Y la derecha venezolana lo intentó, pero le falló en 2002.
En este contexto enrarecido la contrainsurgencia del gobierno (tanto de cianURO como la de la ultraderecha federal), mediante sus grupos de choque porriles y de comerciantes afines, se han concentrado en reclutar a la mayor cantidad de jóvenes lumpen, para provocar en los días próximos los enfrentamientos, los disturbios anhelados que permitan justificar, frente a la adormecida e ignorante opinión pública nacional, el escarmiento represivo a la insurrección oaxaqueña. Para justificar lo injustificable: la sangre derramada, el estado de sitio militar, los encarcelamientos, las torturas, los heridos. La venganza en una expresión llana. La estupidez en otra. La ignominia.


De la destrucción permanente de los bienes históricos, culturales y naturales del estado de Oaxaca, en particular, el casco antiguo de la capital

Hay dos cosas que no ha dejado de realizar el gobierno estatal defenestrado: las obras públicas desastrosas y de ornato y las acciones de contrainsurgencia mediante la policía paramilitar y sus grupos de mercenarios armados cruentamente.
En sus días postreros el gobierno municipal y estatal se empeña en su intervención destructiva de la ciudad y el desvío de fondos públicos gracias a ello. A la par que aumenta la represión y hostigamiento hacia el movimiento ciudadano en su contra, continúa realizando obra pública que dejará huellas casi irreversibles sobre el paisaje urbano.
Debemos decirlo desde un principio: sus intervenciones no sólo fueron guiadas por afanes ladrones y saqueadores sino también por un denodado deseo de modificar a nivel simbólico sitios cardinales de la capital oaxaqueña. Quieren que sean recordados, además de corruptos y truhanes, por la desolación como consigna en las múltiples intervenciones urbanas hechas en año y medio de desgobierno. Las moles de cemento y cristal de los nuevos edificios de gobierno, las remodelaciones de los parques, hablan de una estética y arquitectura que sigue la estética naco-narquista. Es decir, tirar cuanto árbol ensombrezca el concreto, cuyas raíces levanten el cemento, troncos y ramas que paren la visibilidad de las ahora plazas calcinantes.
Aseguremos, su labor de intervención ocurrió no sólo a nivel tangible sino, lo peor, a nivel de imaginario, es decir una intervención mayor y más honda de destrucción. Cuyas repercusiones nefandas las padeceremos las generaciones futuras. Daño irreversible al patrimonio oaxaqueño. Nuevamente el agarvio impune, de nuevo la iniquidad.