16 oct 2006

Oaxaca, entre la herida, las gotas sedientas y el insomnio.

Oaxaca como un suspiro convulso, anonadante; como quejido creciente; como silencio resonante.

Una mano, que habla y ahoga su silencio, acaricia los labios rotos de la oaxaca averbal, de la oaxaca incendiaria. Hastío.

Azules inflamados, inabarcables. Luz que nos nombra y arrebata. Aves mudas iluminan la llaga morada y tibia, posadas entre tejas y hojas desvanecientes.

Oaxaca como una lenta e inmemorial demolición.

Oaxaca a la sombra de sí misma, no espera. Insurrecta, busca entre la sequedad de lodo el borde del alba.

Oaxaca ebulle, desde mis plantas hasta mi lengua, violentamente trilce.