Oaxaca, entre la herida, las gotas sedientas y el insomnio.
Oaxaca como un suspiro convulso, anonadante; como quejido creciente; como silencio resonante.
Una mano, que habla y ahoga su silencio, acaricia los labios rotos de la oaxaca averbal, de la oaxaca incendiaria. Hastío.
Azules inflamados, inabarcables. Luz que nos nombra y arrebata. Aves mudas iluminan la llaga morada y tibia, posadas entre tejas y hojas desvanecientes.
Oaxaca como una lenta e inmemorial demolición.
Oaxaca a la sombra de sí misma, no espera. Insurrecta, busca entre la sequedad de lodo el borde del alba.
Oaxaca ebulle, desde mis plantas hasta mi lengua, violentamente trilce.
Oaxaca como un suspiro convulso, anonadante; como quejido creciente; como silencio resonante.
Una mano, que habla y ahoga su silencio, acaricia los labios rotos de la oaxaca averbal, de la oaxaca incendiaria. Hastío.
Azules inflamados, inabarcables. Luz que nos nombra y arrebata. Aves mudas iluminan la llaga morada y tibia, posadas entre tejas y hojas desvanecientes.
Oaxaca como una lenta e inmemorial demolición.
Oaxaca a la sombra de sí misma, no espera. Insurrecta, busca entre la sequedad de lodo el borde del alba.
Oaxaca ebulle, desde mis plantas hasta mi lengua, violentamente trilce.
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