14 nov 2006


Algunas iluminaciones, algunos momentos de Henri MICHAUX:



Bajo cada pensamiento, ¡cuánto plancton!

*
Pensamiento
¡Ah! qué fastidioso este pensamiento,
pensamiento transformado después en cicatriz

*
Estoy a la entrada de la plenitud
El instante es más que el ser
El ser es más que los seres
y todos los seres son infinitos

*
Asisto a la invasión que es una evasión

9 nov 2006

Una aproximación más a la Oaxaca palpitante, a la Oaxaca donde nos vemos todos, a la Oaxaca incandescente, evanescente. Desde el teclado flamígero de H. Yépez (4/XI/2006):


LA VERDAD SOBRE OAXACA


Hace una semana, Héctor Aguilar Camín aludía a la idea de un posible levantamiento general en el país —con incredulidad, porque está de moda creer que una revolución es ya imposible—, en los segundos finales de su programa de televisión (Zona Abierta) llamándola la idea de "un tsunami popular". ¿Esto es lo que podemos esperar de los intelectuales? Aguilar Camín es un tecnócrata de la crítica. Es un hombre inteligente. Pero sólo es eso. Ese día lo acompañaban los representantes del PRI, el PAN y el PRD en la cámara de diputados. Respectivamente, Emilio Gamboa —un probado pederasta—, un pobre diablo de derecha (que pedía dejar de hablar de utopías cada vez que aparecía la palabra justicia) y el rep del PRD, apodado "el güero". Los cuatros se reían. Parecían ya "cuates", compadritos. ¿Es eso lo que podemos esperar de los representantes de los partidos? Van dos preguntas que hago y para ambas la respuesta es sí.

Esto es lo que la realidad muestra que es, lo que realmente ocurre. Anoche veía la televisión —trato de no verla, para leer o para escribir o para festejar— y TV Azteca pasó media hora de reportajes contra el movimiento de Oaxaca. Trataban de hacerle ver a la teleaudiencia que la gente de la APPO es mala, perversa, traidora a la patria, enemiga tuya. El colmo llegó cuando uno de los reportajes trataba de cómo los "Países del Primer Mundo" reprimen a los "grupos revoltosos"; el mensaje era mostrar que el gobierno mexicano, en realidad, es aún mejor que el Primer Mundo a la hora de tratar a sus oponentes. "Los de la APPO usan a los niños y las mujeres", "los policías son las víctimas", eran los mensajes, ¡no puede ser! Televisa, Telemundo, TV Azteca, todas las televisoras están apoyando la represión, la están pidiendo. Ese es el país en que vivimos. Tenemos tres presidentes —Fox, en funciones, Calderón, "presidente electo" y López Obrador, "presidente" virtual— y los tres presidentes son espurios.

¿Por qué las televisoras no cuestionan cuáles son las causas sociales y personales de estos movimientos, como el de Chiapas y el de Oaxaca? Es la pobreza económica y la pobreza espiritual de grandes cantidades del pueblo mexicano, una pobreza económica que alcanza al 60% —según cifras oficiales— y una pobreza espiritual que alcanza al 95% según cifras evidentes. No podemos ocultarlo: la mayoría de la clase media mental —es decir, la mayoría de la población total— está en contra del movimiento de Oaxaca. El otro día, una recepcionista me decía que ella quería que "le pusieran un alto" a los maestros de Oaxaca, porque "se quejan mucho, y ganan lo mismo que yo, y yo no me quejo", vaya argumento, ¿no? Otro día, conversaba con un maestro (¡universitario!) y le recordaba que la exigencia de que el gobernador priísta Ulises Ruiz salga es una exigencia justa, pues es un hombre que representa la peor corrupción mexicana y el catedrático replicaba "pero si a esas vamos, ¿cuál gobernador no tendríamos que sacar?" y, por ende, ¿hay que dejarlos a todos? ¿o qué? La premisa de la mayoría es que los mexicanos tenemos que soportarlo todo, que no hay manera de hacer nada.

Vivimos en un país de reaccionarios. Hay que recordar, sin embargo, aunque sea un poco, cómo es una cultura antes de que ocurran revoluciones. La historia moderna nos ha dado unas pocas lecciones, y una de ellas es que las revoluciones, los levantamiento van precedidos de décadas como las nuestras. Décadas en que intelectuales, gobernadores, catedráticos, estudiantes, amas de casa, empresarios, periodistas, ni siquiera perciben que hay algo profundamente mal en el lugar en el que viven. Décadas en que la parte hegemónica —las elites que controlan los recursos y las mayorías que controlan las ideologías— exige que la parte descontenta —las minorías equívocas que protestan— sean calladas. Y luego esas minorías se vuelven cada vez más extremistas, al ser negadas; sus números crecen, se organizan furiosamente. Y, tarde o temprano, la violencia estalla. ¿Y para qué todo eso? ¿No es, acaso, evidente que si existe uno o 30 gobernadores corruptos hay que sacarlos del poder? De esto se trata Oaxaca. El gobernador es un corrupto. Pero los partidos y los gobiernos no permiten que lo saquen porque si lo sacan a él, podrían comenzar las exigencias de que salgan del poder los otros grandes corruptos. Y eso, la televisión, los padres de familia, los gobernadores, los presidentes municipales, los líderes sindicales, los maestros universitarios, los empresarios, no pueden permitirlo, porque si Ulises cae, todos nosotros podríamos caer, porque somos semejantes a él. Lo estamos protegiendo porque todos gobernamos nuestras familias, salones de clase, negocios, grupos de poder, como gobierna Ulises.

¿Es el mundo de la literatura distinto al de la política mexican? ¡No! ¡Es idéntico! (Mediocres gobernando). ¿Es distinto el mundo de tu trabajo? Apuesto que no, apuesto a que tú tienes el poder a base a tu corrupción ética, a tu mediocridad o apuesto que otros te gobiernan porque tú te dejas y, en el mejor de los casos, sólo te quejas (murmullando, agachando la cabeza). No podemos dejar, pues, que el gobierno caiga. Nos pondríamos en riesgo. Esa es la causa, consciente en unos —en las autoridades explícitas— e inconsciente en otras —las mayorías—, de que esté ocurriendo en México y en todo el mundo lo que está ocurriendo. La causa somos nosotros. Fox, López Obrador, Calderón, Bush, Saddam, Hank, Ulises Ruiz, nos representan. Ellos están en el poder porque representan nuestra manera de ser. No soy optimista, sencillamente digo lo que veo: sí hay alternativas. Sí podemos tumbarnos. Sí podríamos ser otros. Tú y yo vamos a caer.

HERIBERTO YÉPEZ , tomado del blog del joven maestro

4 nov 2006

Enlaces importantes para escuchar la resistencia en vivo:

LA RADIO UNIVERSIDAD, "RADIO APPO":

http://radio.indymedia.org:8000/appo.mp3.m3u

RADIO PLANTÓN (92.5 FM):

http://www.radioplanton.net/index2.html

O intenten aquí si no funciona la dirección anterior:

www.kehuelga.org

1 nov 2006

Reporte de octubre,

En contra de la ignominia y estulticia: Oaxaca no merece halconazo ni atencazo alguno

En las tres semanas precedentes Oaxaca ha vivido una sucesión torrencial de acontecimientos. Hechos determinantes en cuanto a lo que gobierno federal tiene proyectado para el movimiento ciudadano oaxaqueño. El siguiente paso es la neutralización y asfixia de los opositores (organizados, resistentes y empecinados) a la administración corrupta y corruptora del señor Ruiz Ortiz y secuaces. Dos frentes confluentes contempla la derecha mexicana. Por un lado, lograr la división y consecuente separación del magisterio y la asamblea de los pueblos de Oaxaca, minando la unidad observada hasta ahora. Y entonces sí, aislados los radicales, vendría entonces como pesadilla plúmbea, el plan represivo e infausto -para los más-, o disuasivo y apegado a derecho -para los analistas orgánicos y la derecha pirómana en el poder.
Dicho plan en contra del movimiento social, pretende, por otra parte, desmovilizar a la asamblea de los pueblos oaxaqueños imponiendo una ocupación de fuerzas federales en la entidad. Una “ocupación p(f)acífica” según Abadscal. O una ocupación -descarada- abiertamente violenta de la ciudad tomada. En ambos casos, la licencia (que no su renuncia y juicio penal) del gobernador defenestrado. En ambos casos el uso de las fuerzas represivas del Estado. En ambos casos la masacre de civiles. En ambos casos la violación de las garantías individuales de los ciudadanos.
Se advierte la táctica empleada (hasta el momento parcialmente exitosa) para la división del movimiento que reste organización y movilización a los opositores. El regreso a clases parece ser el ariete fatídico que heriría al movimiento: error espeso de creerlo así. Pobres analistas cuando confían demasiado en sus fuentes filogubernamentales. Este punto de inflexión podría ser encauzado y potenciado por la asamblea popular: es el momento en donde los demás sectores inconformes e insurrectos participarían más decidida y activamente.
El movimiento social oaxaqueño no puede continuar con sus demostraciones de presión y protestas como hasta ahora, ya demostradas su eficacia parcial o transitoria, además de su desgaste. Ciertamente el peso organizativo ya no debe recaer en el gremio magisterial: todos los sectores afines a la dimisión del gobierno en turno han de movilizarse y tomar la estafeta para el sostenimiento y apuntalamiento de las movilizaciones. El magisterio (quienes no perciben salarios desde agosto) con preocupación genuina desea volver a clases; para informar y formar en las muchas comunidades donde aún su voz y guía son importantes.
Antes de avanzar, sólo aclaramos: si existieran los cauces institucionales que atendieran (y resolvieran) a la ciudadanía cuando no aprueba el quehacer de sus gobernantes elegidos (como la revocación del mandato o la figura de plebiscito) no hubiera ocurrido lo vivido por Oaxaca. Como no, la mayoría de los habitantes que reprueban (e incluso denostan) al gobierno no tuvo otro camino que la movilización y las protestas callejeras. Si en la Constitución local o nacional existieran las figuras legales antes mencionadas ni barricadas, ni pintas, ni muertos, ni comandos paramilitares asolando a la población hubieran acontecido.
La salida del señor Ruiz Ortiz es inapelable y cada día se torna más urgente. De continuar testaruda y cínicamente en el poder, la descomposición social y la violencia criminal desatada por los grupos de choque a su mando acusarán sus acciones y la espiral de violencia empeorará. En su envilecimiento y terquedad desafiantes, este seudogobernante sólo desea la incursión policial como venganza, cual Nerón, ya que a nadie le queda duda su salida y deseable encarcelamiento.
De no imponerse la sensatez y la justicia continuarán los actos terroristas y criminales en contra de la ciudadanía oaxaqueña, movilizada o no. Así, han ocurrido varios homicidios más. Once muertos ya desde junio, todos salvo uno, partícipes del movimiento ciudadano. Así, a diario son disparados rifles de asalto contra las barricadas. Así, un comando paramilitar balea la casa de Francisco Toledo en el casco antiguo de la ciudad Así, son quemados camiones para amedrentar asambleas magisteriales. Así, la impunidad, las injusticias, la iniquidad es impuesta en Oaxaca por quienes juraron guardar y hacer guardar la ley. Así, a un tiranuelo aún le permiten deshacer y asesinar y amedrentar a la ciudadanía (y perder kilos de peso). Así, ¿hasta cuándo? ¡¿Hasta cuándo?!

De la desesperación y perversidad gubernamental: una radio ilegal surca el cielo oaxaqueño

Ya preparado el frente milico-policial para la liberación de la ciudad de Oaxaca faltaba uno, el frente mediático (Ya bien lo sabía Goebbels). Ya la historia lo petrificará: el gobierno “constitucionalmente constituido” incurre en ilegalidades flagrantes con la anuencia tácita del gobierno federal. Un ejemplo más de impunidad e incuria durante el “gobierno del cambio”. Que el desgobierno de Ulises Ruiz Ortiz (y su séquito tóxico) saque al aire una radio clandestina en FM no se había visto antes en la historia de México.
Todas las radios comerciales deciden salir del aire “porque no hay condiciones” para su funcionamiento y ese mismo día aparece, casualmente, Radio Mapache (99.1 de FM), “la radio de los priistas colorados”, la radio clandestina desde donde el gobierno estatal lanza su propaganda. Desde el miércoles 25 de octubre, esta radio ilegal (que con seguridad no será interferida como Radio Plantón, 92.5 FM) promueve el encono, la confrontación y la descalificación del movimiento civil pacífico en su contra. Busca la confrontación civil, muy buenos resultados obtuvo la derecha chilena cuando lo probó en 1973. Y la derecha venezolana lo intentó, pero le falló en 2002.
En este contexto enrarecido la contrainsurgencia del gobierno (tanto de cianURO como la de la ultraderecha federal), mediante sus grupos de choque porriles y de comerciantes afines, se han concentrado en reclutar a la mayor cantidad de jóvenes lumpen, para provocar en los días próximos los enfrentamientos, los disturbios anhelados que permitan justificar, frente a la adormecida e ignorante opinión pública nacional, el escarmiento represivo a la insurrección oaxaqueña. Para justificar lo injustificable: la sangre derramada, el estado de sitio militar, los encarcelamientos, las torturas, los heridos. La venganza en una expresión llana. La estupidez en otra. La ignominia.


De la destrucción permanente de los bienes históricos, culturales y naturales del estado de Oaxaca, en particular, el casco antiguo de la capital

Hay dos cosas que no ha dejado de realizar el gobierno estatal defenestrado: las obras públicas desastrosas y de ornato y las acciones de contrainsurgencia mediante la policía paramilitar y sus grupos de mercenarios armados cruentamente.
En sus días postreros el gobierno municipal y estatal se empeña en su intervención destructiva de la ciudad y el desvío de fondos públicos gracias a ello. A la par que aumenta la represión y hostigamiento hacia el movimiento ciudadano en su contra, continúa realizando obra pública que dejará huellas casi irreversibles sobre el paisaje urbano.
Debemos decirlo desde un principio: sus intervenciones no sólo fueron guiadas por afanes ladrones y saqueadores sino también por un denodado deseo de modificar a nivel simbólico sitios cardinales de la capital oaxaqueña. Quieren que sean recordados, además de corruptos y truhanes, por la desolación como consigna en las múltiples intervenciones urbanas hechas en año y medio de desgobierno. Las moles de cemento y cristal de los nuevos edificios de gobierno, las remodelaciones de los parques, hablan de una estética y arquitectura que sigue la estética naco-narquista. Es decir, tirar cuanto árbol ensombrezca el concreto, cuyas raíces levanten el cemento, troncos y ramas que paren la visibilidad de las ahora plazas calcinantes.
Aseguremos, su labor de intervención ocurrió no sólo a nivel tangible sino, lo peor, a nivel de imaginario, es decir una intervención mayor y más honda de destrucción. Cuyas repercusiones nefandas las padeceremos las generaciones futuras. Daño irreversible al patrimonio oaxaqueño. Nuevamente el agarvio impune, de nuevo la iniquidad.